Pisarás una tierra sin fronteras y llegaras a donde tus sueños te lleven



martes, 2 de abril de 2013

Aventura por los Balcanes

“El que no sale nunca de su tierra está lleno de prejuicios.” Carlo Goldoni (1707-1793) Dramaturgo italiano.


“Los viajes sirven para conocer las costumbres de los distintos pueblos y para despojarse del prejuicio de que sólo es la propia patria se puede vivir de la manera a que uno está acostumbrado.” René Descartes (1596-1650) Filósofo y matemático francés.



Tren Cama de Rumanía a Bulgaria


Me encanta cuando decido viajar y la gente empieza a decirme que tenga cuidado con esto, que tenga cuidado con aquello, que en ese país roban, que allá lo estafan a uno, que hay que vigilar todo por si acaso, que la gente en tal lado no es amable, que en tal otro no le ayudan a uno; me encanta que la gente juzgue tanto, por el simple hecho de que eso me hace dar más ganas de ir a ver si sus prejuicios son reales.

Normalmente termino por descubrir que son eso, prejuicios y me pone a pensar que a lo mejor si mis amigos o la gente que me conoce (que no son de donde yo soy), que me ha abierto las puertas de sus casas y de sus vidas (aun sabiendo que soy colombiana), me hubiera juzgado por la historia y las condiciones socio políticas de mi país, hoy no tendría muchos recuerdos de momentos vividos con gente maravillosa.

Empiezo con esa reflexión sobre los prejuicios que tenemos sobre la gente de otras sociedades y sobre esos lugares y países de los cuales no conocemos demasiado, o conocemos lo que los medios generalizan, porque básicamente mi viaje se trataba de ir a descubrir que la gente buena puede estar en cualquier rincón del planeta y que los destinos más desconocidos son aquellos que nos pueden traer más enseñanzas para la vida, porque caminar por ciudades en las que conviven diferentes culturas nos hace más tolerantes y porque aprender a respetar nos ayuda a estar en equilibrio con el mundo que nos rodea.

Atardecer en el Tren
Mi viaje por Rumanía, Bulgaria y Turquía fue un respiro a la agitada vida que llevo en Madrid y un espacio para descubrir que el mundo es más pequeño de lo que pensaba, que no hace falta demasiado dinero para comerse el mundo y que un poco de voluntad y buena onda son la dosis perfecta para salir a caminar.

Salimos el sábado 23 de marzo, después de unos días difíciles en cuanto a trabajo y a convivencia, porque la rutina suele hacer eso con uno, nos lleva a los extremos del cansancio y el stress, y esos lugares son propicios para que resultemos sintiéndonos un poco mal. Sin embargo, arriba del avión ya íbamos de paseo y los malos momentos se quedaron en tierra junto con las responsabilidades, el trabajo y las preocupaciones. Ahora solo había tiempo para volar, o más bien para recorrer el Europa del Este y una pequeña partecita de Asia por los raíles de los trenes.

Pagando en Caru Cu Bere
Podría detenerme a contar que hicimos en cada ciudad, que conocimos, que visitamos y que fue lo que más me gusto, de hecho así había empezado a escribir esta crónica; pero después pensé que eso iba a ser muy extenso y que además por tratar de acortar a lo mejor iba a obviar detalles fundamentales de los lugares que visite. Más bien he decidido contar un poco sobre cada país y las cosas nuevas que descubrí en el viaje, para lo demás están las fotos y porque no una que otra charla con una cerveza o unos mates.

Empezando por Rumanía lo que más me sorprendió fue la belleza de las iglesias ortodoxas, su arquitectura y esa espiritualidad que se siente cuando entra en ellas, que no había sentido en ningún otro tipo de templo religioso antes. Debo confesar que sabía muy poco sobre esta rama de la religión y por las noches de regreso al hostal nos sentábamos en internet a averiguar cosas sobre los ortodoxos. Por ejemplo, la hostia no es como en la religión católica, es pan. En las iglesias Ortodoxas no hay sillas, la gente ora de pie o arrodillada y cantan más de lo que se canta en una misa católica.

Recomendadisima (y muy barata) la comida en el restaurante Caru Cu bere, justo en el centro de la ciudad y muy cerca de una iglesia Ortodoxa chiquitica llamada Stavropoleos , de las más lindas que vimos en el viaje.

Iglesia Ortodoxa de Stravropoleos

Me sorprendió saber que una ciudad como Bucarest tiene el segundo edificio gubernamental más grande del mundo (y se ve desde la luna, según nos dijeron), y que es uno de los atractivos turísticos más importantes del país, aunque un poco desconocido para el resto del mundo; los rumanos se sienten muy orgullosos de su parlamento. En Rumanía la gente no sabe mucho de Latino América, y de Colombia lo que saben es mínimo; sin embargo, la mayoría de los rumanos que saben español, lo saben gracias a las novelas latinoamericanas que pasan por TV y quieren escuchar y conocer más sobre el otro lado del charco. La gente es amable, abierta y respetuosa. Se queja un poco de los bajos sueldos que tienen en comparación al resto de Europa, pero en medio de toda Rumanía es un país bastante más barato que los demás países de la Unión Europea.
Parlamento de Bucarest

Por otro lado está la magia de los castillos, las historias de los bosques de Transilvania y claramente la historia de Drácula el empalador, que son simplemente fascinantes y mágicos. Visitamos 3 castillos con un excelente guía rumano que además de explicarnos sobre estas maravillosas edificaciones, nos contó su visión sobre la gente de su país y nos contextualizo sobre la situación del mismo.

En Bucarest nos quedamos en "Friends Hostel", muy cercano a la estación de tren, en una zona muy bien comunicada y segura a pesar de estar cerca de un barrio gitano. Allí conocimos a Steve y a Andrea, dos de los chicos del personal que se portaron increíble con nosotros y nos ayudaron en todo. Muy recomendado, limpio y de buen precio. **nos gusto tanto que a la vuelta regresamos al mismo**

Castillo de Rasnov
Castillo de Bran
Castillo de Peles
Centro Histórico de Brasov
La ciudad construida en tres niveles
Nos quedamos en el "Gabriel Hostel", atendido por su dueño. A excepción del auto con el que nos llevo a hacer los toures que era un poco viejo e inseguro (y Gabriel manejaba muy mal) es un excelente lugar para disfrutar de Brasov.

Si bajamos un poco más llegamos a Bulgaria, no sin haber tenido un contratiempo con los trenes y haber esperado 8 horas a que el tren llegara porque había nieve en las vías (¿primavera? Ja! No creo que haya llegado aun).Su capital se levanta sobre tres niveles de construcciones, pues los búlgaros son un pueblo que ha decidido respetar sus orígenes y han construido las ciudades preservando las ruinas de los antiguos asentamientos que hubo en el territorio. Es así como ahora en Sofía están intentando construir la segunda línea del metro y en agosto se encontraron restos de la ciudad romana de Serdica. La línea ahora hará una pequeña curva por otro lado, pues las ruinas no se trasladaran ni se moverán de su lugar original, y así mismo podemos hablar de las antiguas iglesias, de la única mezquita, la sinagoga, los edificios soviéticos y los baños termales públicos.


Catedral de Sofía - Alexander Nevsky
Si hablamos del idioma podríamos decir que en Bulgaria fue donde más trabajo nos costó comunicarnos, pues las cosas suenan de una manera y se escriben de otra, los búlgaros usan el alfabeto cirílico, muy parecido al griego y es un lío encontrar el nombre de una calle. Por suerte la gente es tan amable que de alguna manera te da las indicaciones para que llegues al lugar que buscas. Eso si, hay que tener un poco de cuidado, porque los Búlgaros niegan con la cabeza para decir “SI” y asienten para decir “NO”, al contrario que el resto del mundo.

Huevo de la Felicidad
Señalización en Cirilico
En Sofía perdimos un día por el atraso del tren, sin embargo la noche que pasamos nos quedamos en el "Hostel Mostel" donde tuvimos prácticamente un apartamento para nosotras solas. Aprovechamos para recorrer la ciudad con el Free Walking tour que nos dio una pincelada bastante completa de la capital Búlgara. Pueden comprar muy barato perfumes, jabones y cremas de Rosa Mosqueta, es típico de esta zona de Europa del Este.

Antiguos Baños Turcos de Sofía

Mar Negro - Varna
El mar negro estaba completamente helado, a pesar del sol y el calor que hacia, pero los días que pasamos en Varna, al este de Bulgaria nos sirvieron para darnos un descanso de las largas caminadas y jornadas que habíamos tenido en Turquía. Descubrimos más cosas interesantes sobre la cultura búlgara, como que son famosos por la rosa mosqueta y fabrican productos de todo tipo en base a ella. Y no podemos dejar atrás la comida, muy barata y tal vez de lo más rico que comimos en todo el viaje. ¿Por qué los restaurantes búlgaros no son famosos en otros países?

Llegamos a Turquía, específicamente a Estambul, después de compartir con unos españoles que conocimos días atrás en Bucarest. Justo en el tren en medio de una conversación muy interesante y de estar jugando trivia, nos dimos cuenta que también eran Scouts…A esto venia un poco lo de que el mundo es más pequeño de lo que pensamos.

Torre Leandro - Parte asiática de Estambul
Podría escribir un libro detallando cada cosa sobre Estambul, la ciudad que une dos continentes. Intentare ser breve porque este lugar me fascino y creo que volvería una y otra vez y no me cansaría de caminar por lo que alguna vez fue Constantinopla.
Bazar Egipcio de Estambul
Mezquita de Sehzade - Interior
Mezquita Azul
Los turcos son personas excelentes, saben cómo tratar al turista y siempre están dispuestos a ayudarle a uno, a conversarle, a explicarle algo o simplemente a saludar con una sonrisa que reconforta mientras uno pasea por las calles de Estambul. La visión que tenia de ellos mejoro un montón con esta visita, pues a pesar de ser una cultura que ha sufrido muchos cambios y que en sí misma es muy diferente y variada, los turcos son personas capaces de enseñar grandes lecciones de tolerancia y respeto. Al que cree y al que no, al que va vestido de una manera o de otra, al que es de una raza o de otra se le respeta y se tolera su forma de ver el mundo. Siempre están invitando a que uno conozca cómo funciona la ciudad, como se vive la religión, y como es la historia de este pueblo, pero uno jamás siente que lo estén forzando o presionando a ser como ellos. En Estambul o uno abre la mente a descubrir cosas nuevas o la misma ciudad lo hace por uno.

Cuerno de Oro
Los colores del mercado, el cuerno de Oro, el Bósforo, el Mármara, las mezquitas, el humo de las narguiles, los bazares, los frutos secos, los jardines florecidos de tulipanes, las calles llenas de turistas, los comerciantes, los vendedores que te dicen: “creo que tienes hambre, ¿no quieres ver la carta?”, los cantos del Corán, la historia en cada esquina y unas ganas locas de no dejar ese paraíso….Eso es Estambul.

En resumen esos fueron los 15 días de viaje por Europa del Este y un pedacito de Asia. No puedo acabar esta nota sin agradecer a Diani, que fue una excelente compañera de viajes “Muy Warrior”, que cantaba conmigo por las calles y que se animo a aventurar por estos lugares desconocidos. También y aunque la mayoría no habla español hay que agradecer a la gente que conocimos, que nos tendió la mano, nos regalo té, se sentó a conversar con nosotros y nos ayudo en algún momento del viaje. Aun queda mucho mundo por descubrir…
Palacio de Domabace

“El verdadero viaje de descubrimiento no es buscar nuevas tierras, sino mirarlas con nuevos ojos.” (Voltaire)

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